Recuerdo cuando Valeria me llamó desde Sevilla para explicarme que se iban a casar en Ribadavia, pero que su familia era de Colombia y la de Edu de Tenerife, no entendí nada. Después, comprendí que no se trataba de una elección al azar. Se trataba de raíces. Una iglesia que hace mucho tiempo ya fue testigo de una fecha importante en la familia de Edu, y ahora también lo es en la de Valeria. 

Desde las tres primeras fotos que disparé en su preboda, supe que no tendría ninguna dificultad en captar los sentimientos entre esta pareja, pues no los podían contener cuando se miraban.